Dietario Voluble
Enrique Vila-Matas dinamita todas las fronteras entre géneros literarios y ensaya la fusión de vida y literatura
Tras la publicación en 2005 de su novela «Doctor Pasavento» y en 2007 de la colección de relatos «Exploradores del abismo», Enrique Vila-Matas publicó «Dietario Voluble», libro que abarca tres años (de 2005 a 2008) del cuaderno de notas del escritor barcelonés. Podría hablarse, por tanto, de la fecunda versatilidad de un autor capaz de transitar por géneros muy diferentes y moverse libremente por los más dispares registros. Pero, en realidad, lo cierto es que lo primero que resulta difícil es aplicar a la literatura de Vila-Matas una separación de géneros que su escritura dinamita a cada paso y trazar fronteras a un escritor cuya obra se caracteriza, ante todo, por borrarlas a conciencia.
Así, “Dietario voluble”, este diario aparentemente caprichoso, inconstante y veleidoso, no resulta ser sino una nueva vuelta de tuerca en el ambicioso proyecto emprendido por Vila-Matas para engarzar, para fundir vida y literatura –que la vida se impregne de literatura, que la literatura se impregne de vida, de forma que se difuminen hasta el límite las fronteras entre ambas–, proyecto en el que el escritor barcelonés alcanza, con este libro, una madurez espléndida. Un libro que, además, nos revela con una cercanía insospechada a uno de los escritores más singulares del panorama literario mundial.
Conforme uno se desliza, con suavidad y delicadeza, por la prosa reposada y elegante de Vila-Matas, y va siguiendo, apunte a apunte, el relato de sus avatares, sus lecturas, sus impresiones, es inevitable que –en un determinado momento– se llegue a la sensación de que narrador, lector y autor se han catapultado a una esfera nueva de la realidad, que ya no es la realidad cotidiana, pero que tampoco es una burda irrealidad: es, de alguna manera, el mundo “bañado” por la literatura, rodeado enteramente por ella, atravesado por ella, poseído por ella. Esta esfera nueva de la realidad es el singular universo literario de Vila-Matas.
Pero hay que evitar tomar esto como un mero experimento. No se trata de coger un fragmento de realidad, una vivencia personal, un viaje o una lectura y “sumergirlo” en literatura, dorarlo con unas cuantas citas, someterlo a unas ciertas reglas de laboratorio. Todo es más complejo. Y menos artificioso.
Vila-Matas escribe, de alguna forma, desde el centro mismo de la escritura. En su mirada sobre lo real ya está difuminada la frontera de lo “real” y lo “literario”. Cuando esa mirada se traslada al papel, y se convierte en escritura, aquella dicotomía se ha fundido ya en una perspectiva completamente nueva.
Basta tomar cualquier entrada del Dietario para percibir ese tránsito impalpable, para constatar ese nuevo horizonte.
Por lo demás, Vila-Matas no se atiene a ningún guión preestablecido ni le hace ascos a ningún tema: el propio hilo de su vida es el que va enhebrando fortuitamente reflexiones que vagan por los senderos más inesperados: la dificultad de regalar y los equívocos que produce, el juego a ser “odiador” en un aeropuerto, la visión de un documental nocturno sobre Pau Riba, la ociosidad y la pereza, el arreglo de un ordenador, la recopilación de los nombres de personas nacidas el mismo año que él, un libro sobre Tricky Dick (Dick el Tramposo, es decir, Nixon), la visión de la película “La vida de los otros”, el fenómeno de los “hikikomori” (jóvenes que, para evitar la presión social, se encierran en casa de sus padres durante años, embargados por la tristeza y sin amigos, durmiendo por el día y viendo la televisión o la pantalla del ordenador por las noches: en Japón ya hay un millón) o la nefasta deriva de Barcelona… todo es válido para la reflexión inteligente, la cita precisa, la búsqueda de la verdad.
Por el Dietario transitan además los lugares de la “geografía” particular de Vila-Matas (Barcelona, París, Nueva York, Praga, México…) o los escenarios de un viaje a lo desconocido (Finlandia, Eslovenia…), los autores que literalmente le obsesionan (Kafka, Walser, Beckett, Borges…) y los que más admira del presente (Sebald, Perec, Magris…), entre los que destacan los Pitol, Bolaño, Villoro o Piglia. La cartografía literaria que dibuja Vila-Matas es tan amplia y poderosa que podríamos decir que nos resuelve de un plumazo el dilema de qué leer en varios años.
“Dietario voluble” es, por todo ello, una lectura literaria de primer nivel, una obra que nos asoma a los problemas esenciales de la literatura del siglo XXI, que nos ofrece siempre un punto de vista nuevo ante las cosas, que fija a su manera un “nuevo” canon literario del presente, sin huir además de ninguno de los problemas cardinales de hoy. Una lectura estimulante, que nos da lo que no esperamos, que desarma muchos prejuicios, que aboga por la inteligencia y nos alerta de algunos precipicios que se dibujan en el horizonte.
Y lo hace con una prosa sin igual, sin un solo atisbo de barroquismo, sin ningún alarde de pedantería, con la erudición justa para exponer temas verdaderamente complejos.
Leer a Vila-Matas es emprender uno de los diálogos más interesantes que se pueden emprender en el momento actual, una conversación interminable donde el escritor barcelonés pone en juego los innumerables recursos de su apasionado compromiso literario. Un diálogo que, aunque parece hecho a salto de mata, y de forma enteramente caprichosa, al final, cuando hemos leído todas las entradas de este magnífico “Dietario voluble”, muestra una insólita coherencia y una cohesión granítica. Vila-Matas demuestra la fortaleza de su apuesta literaria y el lector sale recompensado con un regalo extraordinario. Y ahora que se habla tanto de «autoficción», he aquí un ejemplo de cómo practicarla de forma original y creativa.