El jardín colgante
Con esta novela, que fue Premio Biblioteca Breve de novela en 2012, Javier Calvo demuestra que el sarcasmo no está reñido con la indagación crítica
Javier Calvo (Barcelona 1973), traductor y escritor, es uno de los autores más singulares de la “nueva” narrativa española, si es que tal narrativa existe y esa expresión tiene algún significado.
Javier Calvo se licenció en periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona y cursó estudios de literatura comparada en la Universidad Pompeu Fabra. Calvo comenzó a publicar como cuentista y su primer libro de relatos lleva por título Risas enlatadas (2001). En él utiliza ingredientes de estilo muy distintos a los habituales en la narrativa española de su momento: como, por ejemplo, el sampleado (samplear consiste en insertar un fragmento o «muestra» de una grabación existente dentro de otra en la que se está trabajando), recortes de películas, citas manipuladas de otros textos, argumentos comprimidos de otras novelas y una idea de la narración abierta tomada del free cinema y del montaje de cineastas como John Cassavetes. Aquel libro también mostraba una influencia notable de la novela inglesa y del mundo audiovisual, del cine y la televisión; varios relatos tenían como tema precisamente el mundo televisivo.
En esa misma línea se sitúa su primera novela: El dios reflectante (2003), crónica épico-cómica del rodaje de una película de ciencia-ficción en Londres y de cómo la excentricidad de su director, Matsuhiro Takei, tiene consecuencias imprevisibles en la vida del equipo de rodaje y de toda la gente que lo rodea. En sus páginas, el autor repite la técnica del sampleado y la manipulación de fragmentos de películas, así como la de estructurar las partes de la obra siguiendo técnicas de montaje cinematográfico. La novela fue un éxito unánime de crítica y fue traducida inmediatamente al italiano y al alemán.
En 2005, publicó Los ríos perdidos de Londres, su libro más oscuro —compuesto por cuatro novelas cortas, Una belleza rusa, Crystal Palace, Rosemary y Mary Poppins: los ríos perdidos—, en el que utiliza un estilo más denso y recoge influencias no solamente de la narrativa gótica y victoriana, sino también del rock gótico y la estética post punk.
Dos años más tarde publica Mundo maravilloso, intriga cómica ambientada en la Barcelona contemporánea. Su protagonista, Lucas Giraut, es un anticuario con problemas emocionales que se mete en el mundo del crimen para convertirse en la persona que él cree que su padre habría querido que fuera. Para ello se asocia con un grupo de ladrones y falsificadores. La novela quedó finalista del Premio Fundación José Manuel Lara de 2008 y ha sido traducida al inglés.
Después ha publicado las novelas Corona de flores (Mondadori, 2010, Premio Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón) y El jardín colgante, que le valió el Premio Biblioteca Breve 2012, y que constituyen los volúmenes primero y segundo respectivamente de su “Trilogía de la Muerte”.
El jardín colgante (2012) es una verdadera opereta bufa sobre la Transición española, con los típicos rasgos entre delirantes y esperpénticos de la narrativa de Javier Calvo a plena potencia. Estamos en la España de mediados de los setenta, con el dictador muerto. Arístides Lao, un agente secreto con una mente matemática prodigiosa y acusados problemas de sociabilidad, es designado por el CESID para luchar contra una organización terrorista de extrema izquierda, la TOD, que aspira a desarrollar una actividad de lucha armada “en la línea de ETA o el Grapo”. Lao cuenta con el apoyo del agente Melitón Muria, un fiel escudero con peculiares principios. La misión de esta pareja estrambótica y decadente será contactar con Teo Barbosa, un agente infiltrado en la sección universitaria del grupo radical y que está a punto de pasar al “otro lado”, es decir, al núcleo activo del grupo armado. Estamos en 1977, y en el frío invierno de la Transición española el interés de los telediarios se centra en la caída de un meteorito en Sallent, que inunda todo el país con un polvillo irrespirable. La acción del relato se vuelve cada vez más disparatada e hilarante. Calvo conduce con enorme imaginación y grandes recursos narrativos un relato que, pese a su apariencia disparatada, y a su devenir enloquecido, va dejando posos muy notables, que dejan traslucir una visión muy crítica y certera sobre los verdaderos entretelones de esa ficción “modélica” a la que llamamos “transición española”. Entre verdades dejadas caer como si nada (el papel crucial de los servicios secretos interiores y exteriores en el diseño del artefacto), alegorías bastante logradas (España como un jardín colgante, arrancada de sus raíces) y personajes dignos de semejante opereta, El jardín colgante se desliza poco a poco casi al relato gore. Y lo hace alternando capítulos que dan voz sucesivamente a unos y otros, a policías y terroristas, capítulos escritos con evidente tensión narrativa, que desembocan hacia el final en una especie de holocausto caníbal repleto de muertes y decapitaciones gratuitas, en una vorágine feroz de violencia y salvajismo bien regada con drogas alucinógenas.
Como dice José Navarro en Revista de Libros: “El jardín colgante ha de ser leída con sentido del humor, como una alegoría o una burla hacia la novela policíaca y la novela histórica, repleta de guiños sarcásticos y simbólicos, cuyo tema al final parece ser la identidad, o más bien la pérdida de ella. Aquí no hay buenos ni malos, ni siquiera verdades y mentiras, no hay denuncia social, ni mucho menos una leve esperanza de redención; lo que hay es impostura, traición, vacuidad y manipulación en un mundo irreal y apocalíptico. En fin, El jardín colgante le gustará si le gustan las historias broncas, oscuras y dementes. O las películas de zombis”.
Pero aún así, El jardín colgante no deja de ser también una acertada y rigurosa metáfora sobre la España imaginada y labrada por los artífices de su transición: “Un país concebido como un jardín. Sin las complicaciones que trae el pasado. Sin ideas preconcebidas. Sin heridas. Bien rastrillado y hermosamente autocontenido. Sin caminos que entren o salgan. Sin caminos al pasado o al futuro. Un jardín colgante, desconectado de todas las cosas. La idea es extrañamente fascinante, igual que a veces lo es la idea de la muerte: destruyendo el futuro, se destruye también el pasado. Matar las cosas para que nunca hayan existido. Limpio y fascinante como un hechizo. Un país que no será un país. Será algo nuevo para lo que no existe nombre”.
Ganadora del Premio Biblioteca Breve 2012, El jardín colgante es una novela transgresora y provocativa con la que Javier Calvo se consolida como uno de los narradores que de forma más rotunda han añadido una nueva dimensión a nuestra narrativa, manteniendo a lo largo de una obra muy diversa y ya bastante considerable un estilo inconfundible.