Los informantes

Colombia , actual centro de la literatura hispana y semillero constante de escritores, nos provee con uno de sus frutos. El escritor Juan Gabriel Vázques (1973) quien a sus escasos 36 años es aclamado por la crítica mundial por su novela Los informantes.

El protagonista, el periodista Gabriel Santoro hijo, escribe una libro basado en el testimonio de su amiga Sara Guterman sobre la inmigración alemana a Colombia durante la segunda Guerra Mundial.  De este tema inicial, aparentemente distante en el tiempo (y en el espacio, al menos para el lector europeo) se extrae un negro capítulo de la historia y actualidad colombiana a través de la disección de la vida, y los rincones más íntimos de sus personajes, horadados por una traición.

Es la historia nunca contada sobre la inmigración alemana en Colombia, basada fundamentalmente en testimonios, ante la práctica inexistencia de documentos escritos. Pero no se trata de una crónica histórica, es pura literatura. “Me interesaba cómo un relato publicado puede afectar la vida de la gente… y  la manera en que la realidad misma al ser contada sufre una modificación”. En esto Vázques demuestra ser un maestro.

También es una historia política, sobre la dependencia del  gobierno colombiano con Washington o sobre los campos de concentración criollos para nazis. Pero, sobretodo, es una historia sobre “Los informantes”,  que da origen al título de la novela. Sobre los chivatos (o “sapos” como se les llama en Colombia) al servicio del gobierno, que hace 50 años informaban voluntariamente sobre las actividades nazis de la comunidad alemana. Y de cómo esa información llegó a arruinar la vida de miles de personas, incluso la existencia moral del propio “sapo”.

Así es Colombia, reina la confusión y la ignorancia nacional. Hay una deuda muy grande con nuestra propia historia y si algún día puede llegar a empezar a pagarse es, de momento, gracias a la literatura.

No obstante, se equivoca quien piense que una recopilación de unos dramáticos hechos del pasado, sino de una feroz vigencia. Actualmente en Colombia hay un número indeterminado, pero se supone muy elevado, de informantes civiles a sueldo del gobierno (estudiantes, amas de casa, profesores, empresarios, tenderos…). Una red de “sapos” se extiende por todo el país con la capacidad de acusar de manera anónima a cualquiera de “actividades subversivas”, pero es mejor nadie hable de ello y menos públicamente.

Vázques, se declara seguidor del gran escritor norteamericano Philip Roth.  “Mientras escribía Los informantes pensaba en lo que ha hecho Philip Roth con la historia reciente de Estados Unidos. En cómo narra hechos concretos de la historia norteamericana a través de vidas privadas”.

El escritor colombiano forma parte de una generación que representa un más allá literario del llamado “realismo mágico” y sus sucedáneos degradados de Allendes y Cohelos.

Hay, desde hace ya tiempo, una nueva horneada de escritores hispanos con una nueva manera de hacer literatura.  Por ello Vázques dice “… yo personalmente no siento ninguna deuda con García Márquez. Su realidad es tan radicalmente distinta a la mía que yo he tenido que ir a buscar mis influencias a otra parte. Igual que le ocurrió a él, ahora que lo pienso. Para darle forma a esa realidad caribeña, maravillosa -el adjetivo maldito-, en la que vivió, él tuvo que ir a buscar a Faulkner.”

Juan Gabriel Vásquez dejó Colombia hace ocho años, vive actualmente en Barcelona desde hace 5 años, donde trabaja como traductor y periodista.

A. G.

4 Comments

  1. luis dice:

    Ni Allendes ni Cohelos,estoy impaciente por leer este libro de Vasquez.Seguro que tu comentario me lleva por buen camino.

  2. garzon dice:

    je, je.. seguro

  3. Jaime dice:

    No solamente los alemanes corrieron esa suerte. Los italianos y los japonese tambien fueron victimas. Un personaje aleman que mi padre narro con sus historias a la hora de la cena fue don Carlos L… quien vendia papeles especiales para proteger comestibles. Se fue del pais cuando la guerra y antes de hacerlo utilizo un empleado de su confianza como testaferro. Cuando regreso al finalizar la guerra, su empleado de confianza lo traiciono. No le devolvio ninguna de sus propiedades y negocios. . El comercio de Cali respaldo al viejo Carlos L… le dio credito y su negocio de papeles especiales reaparecio otra vez.

  4. A. Garzón dice:

    Es fuerte la historia que cuentas, como dice el refrán «a río revuelto ganancia de pescadores».